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Escribir sobre nada

Flaubert se manifestó motivado con la idea de escribir un libro sobre nada. Bioy Casares pensó en escribir un libro así. No estoy seguro —reflexionó después—, (para no decir que no creo) que sea posible.

Cuando leí el Libro del desasosiego de Fernando Pessoa como Bernando Soares, creí descubrir una enorme obra sobre la nada. “Así como quien hay que trabaje por hastío, escribo, a veces, por no tener qué decir. El devaneo, en el que naturalmente se pierde quien no piensa, es algo en lo que yo me pierdo por escrito, pues se soñar en prosa. Y hay mucho sentimiento sincero, mucha emoción legítima que extraigo de no estar sintiendo”.

Teniendo en cuenta la cantidad de cosas que surgen de semejante paradoja, a nadie se le ocurriría afirmar que el libro del desasosiego es un libro sobre la nada. De adolescente creemos que escribir sobre nada es no contar, apenas describir, desvariar, volcar sentimientos en los márgenes de algún cuaderno; y por sobre todas las cosas, aburrir. El aburrimiento como técnica para trasmitir al lector la nada, no está mal. Pero no resuelve. Tampoco lo hace la obra sobre la nada que nadie leerá. Eso no es una obra sobre la nada, sino más bien, la nada misma.

A los quince años quise escribir una novela en donde no ocurría nada. Se parecía a las películas de Perrone. Una parte del cine de los noventa intentó (quizá inconscientemente) escribir sobre la nada. Hay una escena en Mundo Grua donde dos amigos viajan al sur a visitar a otro que hace tiempo no ven. Una vez juntos, los tres amigos no hablan, se quedan sentados mirando a la nada patagónica. A mí me parece una escena sobre la distancia, sobre todo tipo de distancia. Humana, temporal, física, metafísica, pero nunca sobre la nada. Tampoco son películas sobre la nada las de Perrone, más bien son textos donde no ocurre mucho en la superficie, pero nada más. ¿Son las canciones del rock chabón o la cumbia, cuyas letras solo apuntan a arengar a las masas, obras sobre la nada? ¿La nada aparece cuando falta contenido, o cuando el contenido está vaciado adrede?

Si pensamos en la música, por ejemplo, es imposible no encontrar a Stockhausen, aquel que se presentó al concierto, se sentó frente al piano, y no tocó durante veinte minutos, pero la gente se quedó oyendo el sonido de la calle que entraba por las ventanas. O los argentinos Reynols, quienes grabaron Blank Tapes, un disco donde se escuchan los diferentes silencios (soplidos) de las cintas vírgenes de casetes que se vendían en distintas épocas.

¿Podemos entender a la nada por su contrario? ¿Una novela que diga todo? Para mí, (me gustaría saber cuáles para ustedes) las novelas de Tom Wolfe dicen todo. Siento eso porque no conozco el todo, pero entiendo que con ese criterio evaluativo una novela sobre nada hablaría de manera ínfima sobre un tema no bien definido. Mario Levrero lo intenta en El discurso vacío: Un libro sobre el arte de escribir a mano, cuidar la caligrafía, anotar esos ejercicios y crear una atmósfera. Pero es imposible que no aparezcan personajes, y que esos personajes no hagan cosas, y que ya no estemos ante una novela vacía.

Si tenemos que ponernos cientificistas, escribir sobre nada es imposible. El acto de escribir ya es algo. Un amigo decía que su abuelo era un escritor genial. El viejo no había escrito nunca nada, pero mi amigo lo miraba hacer su quinta como a un monje oriental y creía adivinar en su cara innumerables historias. Después hablaba de la potencialidad de ciertas personas para la literatura, aunque no ejercieran. A eso él llamaba escribir sobre nada. Para mí, eso es directamente no escribir. Prefiero las tardes de otoño en donde me dejo aplacar por el día, mirando por la ventana de mi departamento hacia la plaza vacía, el sol que decae como un plasma enfermo sobre los techos de las casa bajas del barrio, y las teclas bajo mis dedos. Y querer ser Bernardo Soares:

Escribo demorándome en las palabras, como ante vidrieras en las que nada veo. (…) Escribo acunándome, como una madre loca a un hijo muerto