Nació en 1978, en Buenos
Aires. Vivió gran parte de su niñez y adolescencia en Neuquén y actualmente
reside en Córdoba. Estudió comunicación social y cine. Participó en las
antologías Espuma de rabia (La
Creciente, 2004), Mirad al cielo: ¡Los renos caen ardiendo! (Clase
Turista / CCEBA, 2009), Cucrito (Textos de Cartón 2010) y Dora narra (Caballo
Negro / Recovecos, 2010). Publicó los
libros Humus (La Creciente, 2005), y 1027
(Nudista, 2010). Fue residente en RUSA (Residencia Un Solo Artista,
Rosario, 2008). Entre 2007 y 2008 formó parte de editorial La Creciente.
¿Cómo escribís? ¿Pensás en una “obra” a la hora de escribir, o a
eso lo ves después?
Depende de lo
que esté escribiendo. A veces hay una intención previa, de trazar un relato o
un recorrido, y otras es algo que va surgiendo de modo más anárquico y por decantación.
¿Cómo ves a la “joven” literatura
argentina? ¿Existe?
Me resulta
difícil pensar en un movimiento o una categoría. Prefiero aislar
individualmente a los escritores e incluso aún más: a los libros. He leído muy
buenos libros de gente de mi edad o algo así, y otros bastante anodinos.
¿Cuál creés que es el escritor más
relevante hoy en el país?
Depende
relevante para qué y en qué sentido. No podría contestar eso.
¿Abordamos diferente la lectura de un texto según el soporte en
que se presente? ¿Leemos igual de un libro que de un blog, por ejemplo?
Yo no. Igual no
sé si te estás refiriendo a las exigencias puestas en una entrada de blog o al
tema computadora-papel. Respecto a lo primero, que sería una cuestión de
géneros, no, no son las mismas condiciones y expectativas las que tengo al leer
una entrada de blog o un texto literario. Un diario necesita espontaneidad y
relación con el contexto y no puede esperarse más que eso. A un texto
“literario”, yo al menos, le pido más. Y respecto al tema soporte
papel-computadora, tampoco es lo mismo, leer de la compu me cansa y es algo
hiper accidentado y fragmentado, desde el wifi sobre todo, por lo que el grado
de atención puesto es muy diefrente.
La cultura de la imagen cada vez gana mayor terreno, muchos
chatean con dibujos en lugar de escribir palabras, o mandan mensajes de texto
en códigos indescifrables. Ahora se sumaron las redes sociales. ¿Cuál es el
futuro de la palabra? ¿Y el de la literatura?
Son códigos, si
uno es capaz de procesarlos y sumarlos, entonces todo se enriquece.
¿Cómo ves el futuro del libro de papel?
Igual que su
presente, el libro no va a desaparecer, al menos no el soporte. Me parece más
factible que desaparezca la edición de literatura.
¿Qué requisitos debe reunir un libro
para volverte loca?
Causarme cierta
conmoción interna. En general eso me sucede con los relatos de iniciación, me
gustan ese tipo de historias donde alguien atraviesa una época crucial pero
casi sin darse cuenta. Me gusta en general el realismo, aunque La mano
izquierda de la oscuridad fue un libro que me voló la cabeza. Todo libro que
bucee o explore en la conciencia de una persona común, en la trama de
relaciones, en el extrañamiento frente al mundo, me interesa y puede llegar a
volverme loca.
¿Qué es un buen escritor? ¿Y uno malo?
No lo sé. No
creo que pueda haber una fórmula para definirlos. Yo al menos no la tengo.
¿Cómo ves a los talleres literarios?
Doy uno. Me divierte darlo.
Tanto a los que fui como el que doy me han servido para algo mucho más
importante que la escritura, que es encontrar amigos y tomar una cerveza de vez
en cuando.
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