Desde siempre, los nombres de los habitantes del vecino Uruguay han llamado la atención en el mundo hispano. Flash, Pejerto, Dulce, Teléfono, Filete, Arbol, Nestos Odio Papito, Esmédico, Democrático Palmera, Leo Dan, Potranca Ruana, Amada Inglaterra, Tocayo, Circuncisión, Feo Lindo, Roy Rogers, Walt Disney, Daniel Pistola y Libre Albedrío, son algunas de las muchas personas que en ese país portan nombres que en cualquier otro lugar serían de fantasía.
El primer investigador en la materia fue Roberto Bouton, un médico que recorrió Uruguay entre 1913 y 1930. Una nómina que escribió incluye los nombres Tránsito Caballero, Tresfilos Tabáres, Vinobien Valdenegro, Preciosísima Del Campo, Ermitaña Del Valle, Amigo Blanco, Firmo Aldecoa, Capataz Sotelo, Canuto Arredondo y Subterránea Gadea. Bouton nombra también a un joven llamado Lazo de Amor Pintos y a Felino Valiente. Y registra el caso del señor Ciérrense las Velaciones y Caricias de la Quintana, que luego llamó a sus hijos Arador, Enamorado y Mensajero, y a sus hijas Bella y Pasión.
El médico descubrió, promediando su estudio, que la tradición de esos nombres venía de mucho antes. Allí están Canuto Abreo, Aguinaldo Dupetit, Tranquilo Parolín, Esclavitud Sánchez, América Heroica Llano, Gloria del Tránsito Ortiz y Dólar Anito Marr, por citar sólo algunos.
Gracias a una nota del suplemento RADAR de Página/12 al respecto, nos enteramos que hace algunos años, a raíz de una huelga, el Ministerio de Salud Publica del Uruguay publicó una lista de funcionarios intimados a reintegrarse al trabajo. Allí figuraban, entre otros, Elpidio Fernández, Oheflec Duarte y Marcos Simbad Delfino. Pitaluga, un conocido dirigente político y ex diputado, lleva el curioso nombre de Lucas Delirio. En realidad, la variedad es infinita. Un integrante de la Corte Electoral proporcionó una lista de increíbles nombres de ciudadanos registrados en esa oficina, con la condición de no citar sus apellidos. Allí figuran uruguayos llamados No Me Olvides, Filete, Flor de té, Oxígeno, Horina, Flor de un día, Chupita, Julio Treintayuno, Tocayo, Banda Oriental y Circuncisión.
Según el informe del suplemento RADAR, también el cine ha sido fuente de inspiración para muchos padres uruguayos. El trisemanario Atlas de la ciudad de Melo publicó en 1996 el edicto de casamiento de un panadero llamado Glen Ford Silva. Y en Montevideo vive una mujer de apellido Obelar, bautizada con el nombre Isabel Sarli. "Mi papá estaba enamorado de la artista, por eso me puso Isabel Sarli", explica la señora Obelar. Tan enamorado estaba su padre que, para que no quedaran dudas de la intención de su homenaje, nunca llamó a su hija por su primer nombre, Isabel, sino por el segundo, Sarli. "Mi papá siempre me llamó Sarli y así me llaman todos hoy. La gente siempre se admira de mi nombre", agrega Obelar. Ella, a su vez, llamó a su hija Lorena Paola, salvando las distancias. Es que el cine, la televisión y la música argentina han dejado una profunda huella en la nomenclatura uruguaya. Hoy existen unos cuantos orientales llamados Leo Dan o Leodán, nacidos en pleno auge del Club del Clan.
Hay casos increíbles que parecen pensados adrede para el humor, como el del niño de apellido Leche, anotado con el nombre de Tomás en el Registro Civil el 15 de mayo de 1951. O el del difunto cuyo aviso fúnebre atesora el periodista Homero Alsina Thevenet en una colección de desopilantes recortes: el señor Perfecto Gil. La mayoría son nombres que figuran en archivos del registro civil que los funcionarios fueron atesorando para sí: Caerte Freire, Pepa Colorada Casas, Selamira Godoy, Termo Piccinini o Johnny Dolars Aguilera, son algunos de los nombres históricos. También se sabe que el 13 de julio de 1936 fue inscripto en Tacuarembó el niño Juan Antonio Nicasio Francisco Manuel Antonio Bernardo Mario Héctor César Higinio Molotov Gorki Iglesias Largo Abayubá Yamandú Zapicán Cajals Engels, de apellido Seoane.
Pero este delirio festejante de la palabra y la vida, parece no ser patrimonio exclusivo de la república oriental. Chone es un pueblo de 20.000 habitantes en el interior de Ecuador donde sus habitantes se enorgullecen de poder competir con Uruguay en cuanto a la calidad de sus nombres. El juez Adolfo Hitler Flores de Valgas nació en Chone el 12 de julio de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial. El padre del juez Adolfo no hacía más que escuchar en aquellas viejas radios de onda media que un tal Hitler estaba haciéndose con toda Europa. Y no se le ocurrió otra cosa que honrar sus hazañas llamando así al quinto de sus 17 hijos.
Los habitantes de Chone y la provincia de Manabí, lucen en sus carnés de identidad nombres como Unidad Nacional Centeno, Burger King Herrera, Alí Babá Cárdenas, Vick Vaporup Gíler, Conflicto Internacional Loor, Cien Pies Pinares, Puro Aguardiente Zambrano…
Uno de los hermanos de Hitler se llama Querido Ecuador. A su pequeña le puso Venus Lollobrigida. Dice que nunca tuvo problemas en la escuela. Cómo iba a tenerlos si uno de sus compañeros se llamaba Angel Gaduol Compuesto. En el registro de Portoviejo (la capital de la región) reposan las actas de Luz Divina, Ford Chevrolet, Selva Alegre, Oferta Bienleída, Sostenes, Semiencanto, Perfecta Heroína, Everguito Coito, Dumas, Sony, Poderoso Melchor o Juan Ob. (por obispo, porque así apocopaba la grafía el santoral que inspiró a sus padres). Entre las últimas inscripciones figuran las de una niña a la que pusieron Sunami sin t (nacida poco después del huracán que arrasó Indonesia en diciembre de 2003) o Roberto.-. Sí, con punto y raya; Darling Chunga (es un hombre), cuya madre vio un darling en el diario de ese día; Dos a Uno Angulo, que nació el domingo en el que el equipo de su padre triunfó sobre el San Lorenzo y Mary Nissan (como el coche).
Cuando era chico se rieron de mí dos semanas seguidas porque había declarado, una noche contando historias sobrenaturales, que me daba cuenta de estar soñando. No tenía muchos argumentos, me defendí como pude. No sólo me daba cuenta de que estaba soñando, sino que podía torcer la trama del sueño a mi gusto para despertarme. Apelaba a ciertas cábalas oníricas que había probado y funcionaban a la perfección. Me hamacaba, por ejemplo, en la plaza de mi barrio hasta dar una vuelta de campana y despertar, o corría por la ruta y al adquirir velocidad daba un salto mortal hacia adelante. Pocas veces, pero lo recuerdo con frescura, usaba una muletilla de la serie Mork y Mindy que me despertaba al instante: doblándome las orejas con las manos y proclamando las palabras mágicas: “nénu nénu”.
Los peores sueños son aquellos en los cuales parecemos estar sumergidos en un agua espesa, haciendo fuerza para emerger (despertar) consiguiendo solo algunas bocanadas de aire de la vigilia pero hundiéndonos otra vez en ese asfixiante petróleo. El cine ha utilizado este recurso hasta el hartazgo, pero no ha logrado nada a comparación de mis sueños. Una mañana desperté siete veces, la última fue real, pero en las seis anteriores vi a mis padres ahorcados en el patio, convertidos en esqueleto en la cama matrimonial conmigo de niño en el medio, surfeando sin cabezas, metidos en enormes licuadoras pidiendo ayuda y yo tropezando y activando el botón de batido, etc… Creer que estamos despiertos, por fin, y correr a la cocina a servirnos un vaso de agua pero que de la canilla mane sangre, no es algo agradable de experimentar. También es feo soñar que tu visión se reduce al diámetro de una bolita de vidrio y crees despertar pero allí esta esa visión certificando que no era una cualidad exclusiva del sueño, sino de tu propia vida.
Jean Cocteau ha dicho que «la instantaneidad del sueño es tal, que es posible soñar en el espacio de un segundo lo equivalente a toda la obra de Marcel Proust. Por lo demás, cabe decir que la obra de Proust está más cercana a un sueño de lo que, a menudo, se nos ofrece como narración onírica: posee, en efecto, los personajes innombrables, las intrigas cambiantes, la ausencia de cronología, la crueldad, el elemento funesto, lo cómico sorprendente, la precisión de los escenarios, el «todo está tan bien que termina mal».
Eso explica lo angustiante del sueño en el que estamos por coger con la mina más linda del pueblo pero en el acto mismo la mujer adquiere injustamente el rostro de un cuñado. Una noche soñé que mi casa se había convertido en una mesa de trabajo del 3D Max. Caminaba y me chocaba con paredes que no se veían pero allí estaban, gente que me hablaba y me tocaba pero no podían ser vistas, etc. Alguien jugaba conmigo, alguien iba habilitando y deshabilitando capas del programa, hacía visibles unas, escondía otras. Cuando descubrí la desfragmentación de una PC, supe que soñar no era otra cosa que desfragmentar la información del cerebro; y parece que funciona más o menos así: soñar no es otra cosa que estar concientes de ese acomodar los recuerdos y lo que se llama ”restos diurnos”.
Yo siempre soñé con aviones que caen, con signos extraterrestres en el cielo, con conspiraciones y holocaustos de los que me salvo no sé cómo y quedo solo en el mundo; pero una amiga soñó que asistía a su propia muerte. Que la vida era así, que un día se levantaba y era el día de su muerte, así como si fuera el día de su casamiento. Elegía la ropa, se ponía nerviosa, entraba a la sala velatoria, saludaba a la gente, se metía en el cajón, temblaba de miedo, le pedían que se tranquilice, que respirara hondo, y se moría.
En la antigüedad los sueños eran interpretados como premoniciones, y por eso quizá existe la aseveración “El que sueña que se muere, se muere”. Mi amiga está vivita y coleando: Pero ¿qué quiere decir que sueñe que asea cerdos mientras desayuna una topadora? ¿Es esa nube de manos que rueda raudamente por el cielo onírico un símbolo de mi sexualidad? ¿Qué predice que sueñes con una persona a la que le faltan sus tres brazos pero conduce una motoneta que está viva y se detiene en el banco a hacer trámites?
Los nuevos avances en el conocimiento de la fisiología del sueño demuestran que los sueños no carecen de sentido ni son formaciones aleatorias de imágenes sin sentido. Por el contrario, al parecer los sueños son productos mentales llenos de significado, como los pensamientos o las ensoñaciones diurnas. Expresan deseos, miedos, preocupaciones y obsesiones del individuo, por lo que su estudio y análisis de contenido pueden ser útiles para revelar ciertos aspectos de su funcionamiento mental; ya lo apuntaba Freud en sus trabajos pioneros en este campo de la psicología, cuando postulaba el análisis de los sueños como la “vía regia” para conocer la estructura psíquica de sus pacientes.
Pero no todo es pesadilla o frustración en los sueños. Por suerte existe un paisaje cristalino que a veces nos visita y se despliega maravilloso. Pensé en los sueños después de despertarme de una escena de estas. Una esquina, una mujer. Ella me mira cómplice, desenmascarándome. Ella insinúa en sus labios que es la mujer de mi vida y que por supuesto yo soy el hombre de la vida de cualquier mujer que desea al hombre de su vida. Pero ella viene a buscar a los hombres que están conmigo, se los lleva de a uno. Elige los lindos, los hombres más hombres. Cada vez que toma de la mano a alguno y se lo lleva, su mirada me explica que yo haría lo mismo, que yo elegiría a las mujeres más lindas, a las hembras más hembras. Tengo que irme, no tengo nada que hacer ahí, sin embargo me quedo, como en la vida, no hay otra cosa que hacer. Pero entonces no quedan más hombres que llevar y ya camino con ella de la mano. Puedo olerla, y huele a lo que siempre quise y nunca supe que existiera. La miro a los ojos y sonríe. Me debato entre desvestirla o llevarla de la mano a la casa de mi infancia, acaso, dos variables del mismo deseo.