No voy a caer en el análisis un poco chapucero de los blogs que se convierten en libro porque, me parece, el único fin que persiguen es quizá recopilar en papel y abrir esas experiencias a otros lectores. Lectores extraños que leen diferente si el texto viene encuadernado y expuesto en la góndola de una librería. Sobretodo no voy a caer en eso porque Péinate… antes que nada fue una revista en papel que circuló gratuitamente en Córdoba y que renovará su propuesta esperamos el año entrante. Tampoco voy a hablar del blog porque les basta hacer click acá para conocerlo y eso habla mucho mejor que yo.
¿Entonces por qué comprar un libro cuya mayor parte de contenido se puede encontrar en la web? Quizá porque todavía no podemos llevarnos la web a la mesita de luz. No voy a decir que es un libro para llevar al baño, ese tipo de chistes (por más que refieran a una realidad experimentada repetidas veces) dejaron de ser graciosos hace tiempo y empiezo a encontrarlos despectivos, sobretodo después de darme la cara con “Fuma”, “Urba en el mar” y “A veces” textos que desenmascaran a un escritor brillante jugando a hacer chistes escatológicos en otros textos. “He visto llorar a la luna sobre los puentes por 15 pesos” y “…la finitud de esta ciudad con reminiscencias de tortuga muerta” son dos frases que prueban que cuando quiere ser escritor, lo es con mucha puntería. Y de sus chistes escatológicos prefiero no hablar, son la cortina de baño que se me pega a la pierna como un perro alzado al que no puedo patear. Lo único que hago, como todo el mundo, es sacudir la pierna esperando que esa babosidad se vaya. Pero eso no se va porque eso es nuestro.
No voy a decir que Playo escribe sobre cosas que le pasan a todo el mundo, eso lo dice todo el mundo. Tampoco voy a hacer referencia a la literatura cordobesa porque ya lo hizo él. Me gustaría sí, darle un abrazo y decirle que leí su libro. Eso.
¿Entonces por qué comprar un libro cuya mayor parte de contenido se puede encontrar en la web? Quizá porque todavía no podemos llevarnos la web a la mesita de luz. No voy a decir que es un libro para llevar al baño, ese tipo de chistes (por más que refieran a una realidad experimentada repetidas veces) dejaron de ser graciosos hace tiempo y empiezo a encontrarlos despectivos, sobretodo después de darme la cara con “Fuma”, “Urba en el mar” y “A veces” textos que desenmascaran a un escritor brillante jugando a hacer chistes escatológicos en otros textos. “He visto llorar a la luna sobre los puentes por 15 pesos” y “…la finitud de esta ciudad con reminiscencias de tortuga muerta” son dos frases que prueban que cuando quiere ser escritor, lo es con mucha puntería. Y de sus chistes escatológicos prefiero no hablar, son la cortina de baño que se me pega a la pierna como un perro alzado al que no puedo patear. Lo único que hago, como todo el mundo, es sacudir la pierna esperando que esa babosidad se vaya. Pero eso no se va porque eso es nuestro.
No voy a decir que Playo escribe sobre cosas que le pasan a todo el mundo, eso lo dice todo el mundo. Tampoco voy a hacer referencia a la literatura cordobesa porque ya lo hizo él. Me gustaría sí, darle un abrazo y decirle que leí su libro. Eso.
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