Dulce condena

Quizá, todas las amantes sean una. Pero cuando cualquiera de ellas se erige como una más, es todas menos una, Irgla, que enferma a Ramos y lo lleva a contar esta novela de amor, y sospecho, de ninguna otra cosa. No es una chica fácil Irgla, al igual que la literatura, merece grandes sacrificios, embarcarse hacia lo desconocido y perderse de a momentos en viejos fantasmas ahora palpables, algunos dulces y eternos, otros decadentes, penosos; creyendo que eso nos hará mejores y merecedores de la amada. Pero nada más letal que el tiempo, el que todo lo destruye, el que nos descompone mientras nos creemos componiendo.

Los personajes y sus paradigmas van sumando capa sobre capa en un historia hojaldrada y difícil, pero fresca. Siempre su amor por Irgla da anclaje al delirio y la expansión. Ramos no miente su paciencia ni su amor, está sometido a ella, a lo que el destino depare, todo será justo si incluye a Irgla. La prosa es oral y veloz, caótica de a momentos, florida y anecdótica. Su humor particular espera a la vuelta de alguna analogía que creíamos ociosa pero que contemplamos vibrante.

“Hay pocas verdades absolutas. Una de ellas es ésta: cuando el ser humano se halla al borde de la resistencia, agobiado por la desesperanza y se siente estúpido, inútil, mierda en su estado más puro, le basta enfrentarse y gozar de una obra de arte para salir del abismo. Esa misteriosa alquimia que produce el arte surge de extrañas fuentes que no quiero o puedo desentrañar. Después del partido de básquet, sudoroso y feliz, regresé a mi habitación convencido de que había participado en un ritual, en una especie de exorcismo, y que ya Jenny había sido expulsada de mi cuerpo”.

La primera edición de Mujeres Amadas apareció en 1988 en la editorial de la Universidad de Veracruz, México, donde el colombiano trabaja como catedrático. Conocía cierta fama gracias a la edición argentina de Breve historia de todas las cosas (1975), su ópera prima a los 25 años, la cual recibió el Premio Nacional de literatura de Costa Rica “Aquiles J. Echevarria”. Después llegaron los volúmenes de cuentos Alquimia Popular (1979) y Cuentos para después de hacer el amor; y otra novela Paraísos Hostiles (1985). Germán Vargas, uno de los sabios de Cien años de soledad y maestro de Garcia Márquez, dijo que esta novela era un "tratado de erotismo burlesco-trascendental" y el propio Gabo “una de las mejores novelas eróticas de la literatura colombiana del siglo XX”.

Como bien definió Diana Maritza Arango Loaiza, el lenguaje del amor quiérase o no, es un lenguaje literario. Todo aquel que ama se convierte casi automáticamente en un poeta. Si se consideran brevemente los mecanismos del amor, este fenómeno no tiene por que resultar extraño. Amar es una apuesta por la esperanza (espera del ser amado, espera del encuentro, espera de la felicidad) en la que el mundo se vuelve más detallado y colorido. Por ello son tan comunes las sospechas, índices y grandes pistas que el amante ve en los pequeños detalles y que a la larga conforman toda historia de amor. Imposible referirse a este mundo suprarrealista sin tener que echar mano a la poesía, imposible no sentir que el lenguaje corriente se torna escaso e insuficiente para describir lo que sentimos. No hay que extrañarse entonces que la literatura, ya sea desde la poesía o la narrativa, ha sido desde siempre la forma por excelencia para referirnos al amor.

Detrás de tanto amor, y sexo y mujeres, esta Marco Tulio, con su acidez galopante reflexionando sobre el mundo contemporáneo e inflando el pecho, como le gusta, hablando de sí a través de un personaje. Pero el resultado no es lo que a primera vista imaginamos como algo cercano a lo adolescente sino, muy por el contrario, un trabajo estético elaborado a la altura de un escritor como él; poco conocido hoy a pesar de haber sido en los setenta y ochenta la oveja negra y genial (underground) de un boom latinoamericano ya en merma.

Mujeres amadas sugiere una pieza faltante en un rompecabezas personal donde es inevitable perderse en otros brazos que no son los de la amada, para reconocer los encastres que la configuran, y la vuelven imprescindible. Aunque el tiempo nos devore.

FICHA:

Mujeres Amadas, de Marco Tulio Aguilera Garramuño

Editorial de la Universidad Veracruzana 2011

Cuarta edición - México.