Bomba


En un par de segundos pueden suceder infinidad de cosas. Pueden morir ciento cuarenta mil personas y una enorme ciudad puede quedar arrasada. Puede dejar huérfanos, desaparecidos, terror y miseria. En sólo dos segundos. Eso fue lo que ocurrió en Hiroshima el 6 de Agosto de 1945 a las 8:15 de la mañana. Cuando eres escritor y algo así te ocurre se convierte en una piedra demasiado grande para cargar y no escribir sobre ella. ¿Cómo se continúa después de algo así?
Años después de la explosión de la primera bomba atómica se creó en Japón una corriente literaria llamada genbaku bangaku, o lo que es lo mismo, la literatura de la bomba atómica escrita por hibakushas, escritores supervivientes de la bomba atómica y otros que tuvieron testimonio directo de ello. Tamiki Hara es quizá su mayor exponente, y Flores de verano, su obra más conocida. Porque en el caso particular de este escritor, la bomba le llegó cuando ni él mismo creía ya que podría soportar nada más.
Hijo de una familia acomodada, vivió una infancia donde la muerte era ya compañera habitual, matando a muchos de sus hermanos y a su propio padre cuando contaba tan solo doce años. Con treinta y seis años murió su madre y con treinta y nueve su esposa, lo que impactó al escritor más que todas las demás muertes juntas. Un año después cayó la bomba.

Santiago Pajares para La tormenta en un vaso