Me causa gracia (y me siento también un poco defraudado ) cada vez que leo algún artículo sobre consejos para quienes quieren convertirse en buenos escritores. Generalmente te cuentan cómo escribían otros, y con eso se refieren a que se levantaban a las seis de la mañana, se ponían un traje blanco, y se sentaban frente a la máquina; o que comían mango, luego quemaban lo anterior, y volvían a la página blanca; o que no pasaba un día sin escribir una línea, etc... Nunca te enseñan a usar bien los verbos, a puntuar de manera correcta, o que tipo de prosa se necesita para lograr velocidad en una escena, etc... hace poco, creo que fue Terranova, contestó uno de estos cuestionarios y dijo algo así como que un teclado sin restos de comida y semen, no es el teclado de un escritor. Yo no creo en estas cosas, me parece que lo que está bien bueno es leer mucho, y comprarse algunos libros de di Marco, y algunos otros que traten sobre redacción, y cómo se escribe un cuento, poesía o novela, mandar nuestros textos a los amigos escritores, a algunos concursos, editoriales, todos los lugares donde se pueda aprender, no publicar impulsivamente y tener paciencia para aprender, y sobre todo, CORREGIR. Casi eternamente, corregirlo hasta que se publique. Para ser exótico, freaky y consagrado, habrá tiempo. Eso sí, siempre y cuando, aprendamos a escribir con consejos como el detener el escritorio ordenado, escribir a mano, o comprarse un gato que nos frecuente sobre la mesa como a Soriano.
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3 coment:
¡Coincido!
no soy escritor, pero esos consejos los puedo aplicar a otras actividades y creo que se pueden usar en el 99,99999% de los casos. El porcentaje restante es para los genios; que pueden prescindir de las reglas (¿habra un genio por cada 10 millones de normales..?). daniel
Muy acertada la observación, tocayo: estoy de acuerdo con ella.
Una cosa que me quedo pensando es en si los que escribimos no somos susceptibles a toda crítica (quiero decir: a lo que se aparta del elogio o la burda adulación).
La escritura tiene su parte de artesanía. La corrección es un buen punto, y lo señalás claramente, lo mismo que leer todo lo posible. Agrego a esto último: leer con atención, escrutar bien lo leído, como ejercicio para formar la autocrítica.
Por ejemplo, cuando "sentimos" (intuición) que algo está mal escrito, detenerse a señalar (argumentación, razones) qué, en tal o cual frase, está por ejemplo mal construido. O evaluar por qué tal adjetivo por ejemplo no pega. O si hay varios registros o tonos en un mismo párrafo o texto, y pensar si es algo buscado por el autor o falta de pericia o apuro. Cosas así.
Pero, insisto: los escritores estamos enamorados mal de nuestros propios textos, y nos ofendemos, también mal, cuando nos señalan errores.
La artesanía es la base. Después, sí, cogé sobre el teclado y sé muy loco, o sé el más correctito del mundo: eso es meramente la vida de cada cual, y su florero.
Saludos sanvicentinos.
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