Este libro es terrible y hermoso. Confieso que es mi primer encuentro con kohan, una deuda que tenía hace años, y no me defraudó para nada. Para que tengan una idea, la historia comienza con un cross a la mándibula como quería Arlt:
El cuaderno de notas estaba abierto, en medio de la mesa. Había una sola frase escrita en esas dos páginas que quedaban a la vista. Decía: "¿A partir de qué edad se puede empesar a torturar a un niño?"
de allí, la trama será una secesión de escenas que buscan responderla. Mientras tanto, pasajes de maravillosa prosa y significancia nos deleitan:
"Un buen médico tiene que tener dos cualidades fundamentales: poder de resolución, y poder de observación". Dicho esto exclamó: "¡Resolución!", y le introdujo al muerto un dedo en el agujero del culo. Con el dedo todavía adentro levantó la vista y contempló a la clase. Luego extrajo el dedo, lo alzo, y después de alzarlo se lo metió en la boca y lo chupó con una inesperada fruición. Los estudiantes se esforzaron para no fruncir la cara ni gemir de asco. Un cuerpo era una cosa igual que las otras cosas. Terminada la breve operación. Terminada la breve operación, el profesor Berti eligió a uno de los estudiantes de la primera fila. "¡Frenkel! ¡Pase al frente!" Frankel bajo los escalones del auditorio con alguna vacilación y se acercó al estrado. El profesor Berti le ordenó: "Ahora haga lo mismo que hice yo". Hubo un murmullo en la clase y el profesor pidió silencio. Frenkel miró a sus compañeros esperando una ayuda imposible o tentado de abandonarlo todo. Por fin se decidió: se acercó al cuerpo que estaba sobre la mesa, se arremangó, y demudado le metió el dedo en el culo al muerto. Por un momento se detuvo y pareció pensar que dejar el dedo metido ahí dentro no era la peor alternativa, teniendo en cuenta lo que venía después. Pero en realidad ya no tenía escapatoria y solo le quedaba terminar lo que había empezado con tanta dignidad como pudiese. Entonces sacó el dedo del culo del muerto, no quiso mirarlo, y por no arrepentirse se apuró a metérselo en la boca y a darle una de esas chupadas profundas que solo se dan a los buenos puros. Cuando concluyó, se sintió extrañamente satisfecho y en el aula flotaba un aire raro en el que se mezclaban la repulsión y la admiración.
"Muy bien", dijo el profesor Berti. "El alumno Frenkel a demostrado un gran poder de resolución". Frenkel inclinó la cabeza con modestia aparente. "Pero le ha faltado", agregó el profesor Berti, "poder de observación". Y concluyó: "Yo había metido este dedo. Pero me había chupado este otro".
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El doctor Mesiano dijo: "El problema de nuestro país es la ignorancia. Pero no la ignorancia de los ignorantes: ésa está en los cálculos y es funcional. El problema de nuestro país es la ignorancia de los que estudiaron y se supone que tendrían que saber"
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"las guerrilleras se hacen preñar a propósito", dijo el doctor Mesiano, "porque piensan que si están preñadas no las vamos a tocar". Bajó la ventanilla y escupió con energía sobre el empedrado: no tenía esa costumbre, pero las personas no siempre actúan de acuerdo con sus costumbres. Estaba fastidiado. Les parecían más dignas las pobres putas de Vietnam , que se infestaban a propósito para después contagiar a los soldados enemigos. En eso al menos se apreciaba alguna forma de entrega, un sacrificio, incluso, si se quiere, una inmolación. "Estas cretinas, en cambio", decía el doctor Mesiano, "se hacen preñar por pura cobardía, y nos obligan a nosotros a combatir en condiciones tremendas".
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