No, para nada. No creo en las analogías trans-históricas. Y además no me convencen los dispositivos de lectura de la realidad que funcionan con dicotomías puras y mutuamente excluyentes. Lo cual no significa que no haya poetas que de algún modo quieran reciclar ese funcionamiento desplazando los términos por “académicos/ no-académicos”, y que- como en las profecías autocumplidas- por sus prácticas terminen funcionando así. Pero el campo literario es infinitamente más complejo, las instancias de legitimación, los medios de producción y consumos, los poetas mismo, todo se multiplicó exponencialmente y es una verdad materialista que la acumulación cuantitativa termina dando un salto cualitativo. Eso por el lado de la realidad y la sociología, pero por el lado de la ética tampoco sería deseable la comparación: como dice Casas, en el cruce de caminos está lo interesante, la pureza conduce al fascismo, aunque sea esa forma débil del fascismo que es una escuela literaria.
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Como sea, acuerdo con una definición que leí alguna vez(y que sintetiza lo que vengo diciendo): la literatura son voluminosas cartas a los amigos.
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Javier Martínez Ramacciotti (Córdoba, 1985) en la entrevista para el blog 1 poeta y 10 preguntas
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