En una nube de gases

   Como ya dije acá, Ciencia que ladra viene editando excelentes títulos de divulgación científica con un estilo accesible, cuando no popular. Instructivos y a veces asombrosos, los libros se caracterizan por acercar al lector de baño conceptos temibles de manera divertida. Este no es el caso. Dejenme usar una analogía empleando el mismo tema por más que caiga en el lugar común: como una nube de electrones que jamás encuentra su centro, este libro, dentro de lo aburrido de su trancurrir, libera algunos cuantos de energía de vez en cuando. Su autor, Gabriel Gellon (Licenciado en Ciencias Biológicas de la UBA y PhD de la Universidad de Yale) llega a un nivel tal de dispersión que por momentos no entendemos bien el tema en el que estamos o que libro estamos leyendo. No quiero ser drástico tampoco porque el libro explica con audacia y simpleza qué es el átomo, y cuenta la historia de su descubrimiento. De algo nos servirá, aunque lamentablemente el libro cierra con un sofisma insoportable sobre la visibilidad, planteando si eso que vemos y manipulamos, realmente está allí. Un libro demasiado extenso, pesado, por momentos muy técnico que se diversifica demasiado. Pasemos a otro, de este, se han escrito varios y mejores.    
   Por otro lado, y sobre el tema de la invisibilidad e inexistencia del átomo, el autor lleva a confundir tanto al lector con esa filosofía new age de cierta crítica banal a la ciencia que provoca reflexiones inversas, como se puede observar en este párrafo que publicó Pagina / 12 a la hora de reseñar el libro en su edición de 2007:

Así como lo hizo en su anterior libro, El huevo y la gallina, Gellon vuelve a combinar el recurso histórico con la explicación teórica, aportando a sí una mirada más amplia de cómo llegamos a saber que el mundo está hecho de átomos, átomos que no se ven y de los cuales no hay ninguna prueba directa de su existencia. Había una vez... es, pues, un verdadero racconto de la evolución de una idea (más bien un cúmulo de ideas) que debutó en el pensamiento occidental como una entidad imaginaria de la mano de los griegos Demócrito y Leucipo en el siglo III a.C., sobrevivió casi olvidada durante la Edad Media, escandalizó a los religiosos del Renacimiento y consiguió la aprobación total en un congreso (el congreso de Karlsruhe) a principios del siglo pasado.