- No -, dice papá.
Caminamos de noche por una calle de barrio: la luz de las esquinas atraviesa los árboles para formar figuras amarillas en el cemento. No se oyen radios ni motores; a lo sumo el ladrido de un perro invisible. Lejos del centro, la ciudad parece otra. Como si hubieran puesta una ciudad (una ciudad casi idéntica a la vieja ciudad) en el lugar de la vieja ciudad. Hemos bajado hace unas horas del colectivo, papá llevándome de la mano, y nos hemos internado despacio entre casas desconocidas. Ahora nuestros pasos raspan el pavimento. Acabo de preguntar a papá si sabe donde queda la casa del tío.
- No -, dice papá. – No vamos del tío.
Me suelta la mano y empieza a correr.
(de Sueños de siesta - La creciente - 2004)
4 coment:
Una genialidad ese texto. Raspa los huesos y hace parecer que es dolor.
Así es, Iván.
Me extraña el paréntesis con la ciudad. Creo que la cabeza empieza a explotarme ahí.
Quizás un buen relato genera ese manojo de preguntas que me genera el final: ¿dónde? ¿por qué?
si papa, una joyita_
pablo oliver
pablo@gendigital.net
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