Uno de los cuentos de "Los muertos"


Nocturno


    — Peque, ¿ya te dormiste?
  — Me estoy durmiendo, ¿qué pasa?
  —No prendas la luz, la mami nos va a retar, es tarde. Y hablemos en voz baja, después nos escucha y nos grita. No quiero escucharla gritar, me pudre. Las otras mañanas le gritaba a un perro que le rompió las plantas. Muy fuerte. La Juana salió de la despensa a ver. Yo escuché por la ventana, eran las siete. A esa hora empezaron los gritos, imaginate a la noche, no se aguantaba ni sola. El sábado se puso afónica… ¿no viste que cuando volviste no se le entendía nada?
  — Es tarde, mañana tengo que ir a gimnasia, dormite.
  —Hoy dormí un montón en el colegio. Me mandaron a la dirección y seguro la van a llamar a la mami para preguntarle por qué duermo en el aula.
  — Ya fue a hablar.
  — ¿Y qué le dijeron?
  — No sé, dormite.
  — No, decime.
  — ...

  — ¡Mañana me puedo llevar a la pieza nueva el poster de Bon Jovi!
  —Hacé lo que quieras.
  — Juguemos a “adivine el personaje”
  — No, Pepo, basta.
  — No, dale, uno solo y nos dormimos. ¡Listo! ... ya lo pensé.
  — ¿Es mujer?
  — No
  — Es hombre...
  — ... y sí, boluda.
  — Bueno, ¿es de la televisión?
  — Si.
  — ¿Tiene un programa de música?
  — No.
  — No sé, no tengo más ganas de jugar.
  — No, dale.
  — No, dormite.
  — Era Héctor Larrea, si preguntabas si tenía un programa de juegos lo adivinabas.
  — Dormite, dale.
  — ¿Sabías que el Lorenzo me quiere matar, dijo que en el segundo recreo me va a partir en dos?
  — ¿Quién es el Lorenzo?
  — Uno de tu edad, repitió un montón de veces y ahora va conmigo, era de otro colegio.
  — No sé, dormite. Yo ya me di vuelta.
  — Va a hacer frío en esa pieza, le voy a decir a la mami que compre frazadas. Aparte tengo que dormir después de cena que ahí me agarra sueño, porque a esta hora no me duermo más. Los otros días a la siesta estuve las cuatro horas jugando con el reloj, inventé un montón de formas. Y pensaba… la seño Marisa los otros días lloraba en la cocina, nadie sabe por qué. Las maestras deben saber, capaz que se le murió el perro, yo que sé… es linda la seño Marisa, no como las otras viejas olor a pedo.
  — ...
  — ¿Peque? ¿Estás despierta? No es que me de miedo la pieza nueva, pero es como si fuera más grande. Para mi por esa ventana se puede meter alguien.
  — Dormite, Pepo. ¡Cómo va a entrar alguien por la ventana!
  — ¡Qué no! Una noche en la casa de la abuela se asomó un hombre de pelo blanco, lo vi clarito. La abuela no me creyó, pero te juro que era un hombre de pelo blanco. Una noche entró alguien a la pieza del Nico y se mandó en la de la madre. Al otro día la madre le dijo que era imposible. El Nico lo vio clarito, también. El tipo tenía barba y fumaba, ni lo saludó, pasó por su pieza y se mandó en la otra. Según el Nico se prendió la luz en la pieza de la madre. Al otro día la madre le dijo que si fuese un hombre de verdad entraría por la puerta.
     — ...
  — ¿Ya estás dormida? ¿para vos el papi trabaja en la remisería hasta las cinco? Peque…
  — ...
  — El padre del Agus le dice a la madre que trabaja en la fundición pero se va a jugar a las cartas a la casa del Lucas. El Lucas nos contó que se levantó a la noche y el living estaba lleno de humo y timbeaban.
  — ...
  — A  mí no me da miedo la pieza nueva, tengo escritorio y la luz es blanca, no como la de acá, amarilla de velorio.
  — ...
  — No voy ahora porque la cama no está bien tendida. Y además pienso en el papi. ¿Trabajará hasta la cinco? Si se va a jugar a las cartas y no quiere que la mami lo rete cuando vuelva yo le puedo dejar la ventana abierta. ¿No le viste cara de malo hoy? Tenía cara de haberse peleado con la mami.
 — No, no lo vi. ¡Y no me despertés más, ya me estaba durmiendo!
  — Soreta; vos porque sos una pelotuda que no piensa en nada, repetís las tablas como loro todo el día.
  — ...
  — Además tus compañeras son todas caretas.
  — ...
  — El Mauri  me explicó qué es ser careta. Leyó un libro del sistema mundial. Que es una maquina grandísima y no la vemos. Cuando empezamos a leer y ser más inteligentes la vemos si miramos bien para arriba, pero no podemos hacer nada para destruirla porque es muy grande y nos damos cuenta que somos títeres. Yo no quiero ser como vos y tus amigas, por eso me traje estos libros y los voy a leer. Y voy a ver la máquina y por ahí cuando tenga ochenta años, si sigo leyendo, la destruyo.
  — ...
  — ¿Ahora si estás dormida?
  — ...
  — Bueno, andá a cagar. Menos mal que mañana me voy a la pieza nueva. Ahora soy grande y voy a dormir solo, no como vos que seguro se llega a asomar alguien por la ventana te rebañás en bosta y vas a ir corriendo a mi pieza cagada de miedo a abrazarme. Careta, eso el lo que sos. Voy a leer. Por ahí leo tanto que ya se hace la hora en la que viene el papi.
  — ...
  — ¿Te conté el día que el Pato Murúa peló el pito en el aula y la monja lo vio? ¿Peque? Che, escucha, escuchá Peque... el Pato la peló y...